El barrio de Malasaña se ha convertido este domingo en la meca del graffiti de la capital. Un centenar de comerciantes dejó en manos de otro centenar de artistas las persianas de sus negocios. Cada cierre fue un lienzo y la iniciativa, un éxito. Y de nuevo el debate sobre el arte urbano en Madrid.
La idea de convertir un barrio entero en un taller de pintura nació en Barcelona bajo la batuta de Persianes Lliures. Este colectivo coordinó hace unos meses una acción idéntica en la Ciudad Condal cuya influencia enfureció a los responsables municipales que reaccionaron multando además del graffitero al comerciante permisivo.
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