Cristófani
Se trata de un taller de cerámica situado a las afueras del pueblo. “Usted agarra por la calle Nuestra Señora el Rosario, luego dobla a la izquierda, pasa el arroyo y sigue a la derecha. Está muy cerca, lo mejor es preguntar, todo el mundo lo conoce.”
No fue preciso inquirir a ningún parroquiano, por cuanto el protagonismo del barro trascendido superaba cualquier contención: “Las tinajas de Cristófani, un símbolo de Cafayate, inspiraron canciones y poesías de muchos artistas y poetas.”
El establecimiento está atendido por la viuda del precursor, don Victor, “más conocido por “Chichilo”, quien se inició en el oficio de la alfareria a principios de los años 60, recolectando arcillas rojas para recuperar la vieja técnica de la cerámica. Son célebres sus tinajones adornando paseos y plazas incluso en países remotos como Japón, Australia o Estados Unidos.”
Ana Martí de Cristófani sigue con celo implacable las directrices del maestro, aplicando tiempo y esfuerzos a una labor pedagógica para que la tradición y el arte no acaben cuando decaiga su propio entusiasmo, que de momento parece indestructible.
Doña Ana es un libro abierto. y tras las explicaciones de lo que hace con arcilla, fuego y hornos hasta conseguir una pieza única, se transforma en guía turística, a quien no le duelen prendas cuando tiene que ponderar el trabajo de otros artesanos, sean alfareros, expertos en telares o en el tratamiento del cardón.
Alejada de todas las prisas que conllevan el marketing o la modernidad para vender olvida sus propósitos para introducirse en los del viajero. Orgullosa de sus saberes obliga, más que aconseja, a corregir nuestro rumbo, dibujando itinerarios alternativos en dirección a lugares que no se pueden dejar de visitar. Después de abrir su casa al extraño se despide con afecto, invitando y deseando repetir encuentros.
La tranquilidad de las montañas y el tiempo paciente mientras aguarda el resultado de sus cocciones, lo aplica a escribir sobre experiencias personales. Tras un serio quebranto de salud, ya superado, alumbró unas reflexiones sintetizadas en dos letras S.P., que recita con alegre vehemencia. Le pedí que las transcribiera al dorso de un folleto de su taller.
“Ser positivo en la vida, ser paciente en el infortunio, ser perseverante en las metas, ser pastor en la fe, se puede, se pasa, se pelea. Vive feliz con lo que tienes.”
En Argentina existe un vocablo -que describe ora insultos leves ora afecto- que es pelotudo.
Doña Ana concluye: “Sos pelotudo si no lo haces”.
Toamdo de nota de Daniel Molini Dezotti en http://viajes.laopinion.es/2009/01/26/cafayate
No hay comentarios:
Publicar un comentario