"-Tenemos que irnos!
-Estás segura? Pregunté.
-Sí. Contestó Silvia"
A eso de las 22 hs. me disponía a
acostarme.
Hacía un frío bárbaro y por eso me
apuraba con los trámites previos. En esa época no estaba blindado contra el
frío, como ahora.
Sobre mi mesa de luz unas revistas
esperaban.
Una contracción le avisó a Silvia
que Tati estaba disponiéndose a salir.
-Tenemos que irnos!
-Estás segura? Pregunté.
-Sí. Contestó Silvia
Así comenzó la última etapa de la
vida acuática de Tati.
Nos vestimos rápido, tomamos el
bolso que estaba esperando hacía días y salimos.
Porqué fuimos a casa de Belkys? No
me acuerdo.
Porqué fuimos caminando? Supongo
porque las contracciones no serían demasiado seguidas y sobretodo porque tomábamos
el parto como un evento natural y no le habíamos incorporado toda la gordura
ominosa que era común agregarle. Y entre los dos no juntábamos cuarenta años...
La noche era congeladamente
transparente y se veían muchas estrellas.
Desde allí tomamos un taxi. Tengo
bien grabada la bonachona actitud del taxista, acomodándose mejor en el asiento
y avisando que íbamos a hacer un viaje lento y tranquilo…
Catalina Parma de Beisso era el
nombre del sanatorio de Asignaciones Familiares donde iba a nacer Tati. En 18
de julio.
Los trámites demoraron poco –entre
ellos impedirme estar presente en el parto- y se llevaron a Silvia para
revisarla.
Poco rato después, cerca de la
medianoche pedí información, saber qué pasaba y se sonrieron, madre e hija ya
estaban en avanzado trabajo de parto.
Así fue que, 35 años atrás nació
Tati, en los primeros minutos del 4 de junio de 1979, Año
Internacional del Niño (y Año de la Cabra).
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