El 15 de agosto de 1999, "día del niño",
plantamos un gingko en la vereda de la casa de mamá.
Nos inspiramos en el gingko de Hiroshima, el único ser
vivo que sobrevivió en el epicentro de la explosión atómica y un año después
brotaba de nuevo. Soportó las temperaturas extremas y la radiación.
Fue en un templo budista, el de Housenbou, donde
sobrevivió a la bomba atómica junto con otros cinco ejemplares de su especie
que se encontraban algo más alejados del epicentro. En la primavera de 1946
brotó de nuevo y aún hoy se mantiene vivo. Tiempo después, cuando se
reconstruyó el templo, se remodelaron las escaleras de acceso formando una U
para mantener intacto el ejemplar superviviente. En su pie hay una inscripción
en la que puede leerse: "No más Hiroshima"
Más allá de eso es el único sobreviviente de una época
muy remota, anterior a los dinosaurios y las flores, unos 270 millones de años
y al que no le quedan parientes vivos. Por ello no tiene plagas, ni
enfermedades ni hongos de la madera.
El gingko de Hiroshima, luego de la explosión y en la actualidad.
19 años después logró tener un tallo derecho y unos 6 metros de altura, ya se defiende solo!
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