lunes, 24 de enero de 2011

Hay buena gente - Hasta en Macondo escampó (III)

De Valparaíso salíamos hacia el norte de Chile, hasta Arica atravesando el desierto de Atacama. En lugar de asegurar los pasajes al llegar a Valparaíso fuimos a comprarlos el día antes. No había.

No era un detalle menor quedarnos otro día en Valparaíso, por más que la ciudad bien lo merecía. Teníamos medido el recorrido al milímetro, terminando en Córdoba con fecha fija.

Después de muchos cabildeos y visitas a innumerables ventanillas de empresas de transportes recibimos un ofrecimiento extremo, viajar los tres en dos asientos. Unas treinta horas …

Tragamos saliva y nos animamos. El vendedor fue con nosotros y le explicó la situación al guarda del ómnibus.


Iniciamos la deliberación para definir cómo íbamos a acomodarnos en los dos asientos. Intervino el guarda, no era necesario sentarnos de a tres, había un asiento libre que yo podía ocupar  hasta que subiera el legítimo propietario. Así hicimos y arrancamos hacia el norte.

A las pocas horas se ocupó el asiento, pero el guarda tenía otro disponible, que me ofreció. Ahí me adelantó que así haría el resto del viaje, administrando los asientos vacíos, si los hubiera.

Y así lo hizo hasta Arica, en ningún momento compartimos dos asientos. Y más allá de los variados contratiempos que se presentaron en las 30 horas del viaje hizo que los asientos no fueran uno de ellos.

Grande este chileno!

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