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CH20 - El ataque de los cangrejos de metal
Esas vidas desnudas
...
"Esa es la razón de que las imágenes de esas existencias desnudas, los cortes
verticales de edificios descubiertos de un día para otro por catástrofes
naturales, guerras o siniestros azares del destino, me conmuevan especialmente.
Me pongan -disimulen la mariconada- algo blandito por dentro. Más, incluso, que
los cuerpos sepultados bajo los escombros. Hay en esas paredes algo que revela
la parte indefensa, y tal vez la mejor, del ser humano. De cualquiera. De
todos. A ver qué miserable o canalla entre los millones que adornan el paisaje,
por mucho que lo sea, no tiene un rincón noble en alguna parte. Una retaguardia
íntima, privada, hecha, incluso para los peores entre nosotros, de afectos,
lecturas, músicas, sueños, amores, ternuras. La habitación de un hijo, el
dormitorio de una madre con su crucifijo en la pared, el póster del Che, la
foto de boda de los padres o los abuelos, el retrato de un niño que fue feliz o
no lo fue, la cama donde se ama, se sueña o se tienen pesadillas, la estantería
con libros que ayudan a vivir otras vidas, a planear futuros o a consolar
pasados. Asomarme involuntariamente a esa parte al descubierto de cada uno de
nosotros me conmueve e incomoda, pues hace vacilar la confortable certeza, tan
útil en tiempos de crisis -y todos los tiempos lo son- de que el ser humano
tiene siempre lo que se merece. Esa exhibición desconsiderada, impúdica, de
tantas vidas desnudas, dispara también curiosos mecanismos de solidaridad
frente al verdugo cósmico que juega con nosotros al ajedrez. Con fotografías
como la que comento, con paisajes parecidos, o peores, que a mi pesar conservo
en la memoria, me gustaría tener delante a ese jugador improbable y decirle:
oye, desvergonzado hijo de la grandísima puta. A un ser humano se lo mata, si
tales son las reglas. De acuerdo. Pero no se lo humilla. No se lo desnuda así,
en público, en lo que es y lo que fue."
...
Arturo Pérez Reverte
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