Creo que es obligación de cada generación dejar constancia de sus vivencias para que las generaciones siguientes sean concientes de sus raíces. Por eso no quiero que algunas mías se pierdan...
Hoy se cumplen 49 años del comienzo de la dictadura. Y del comienzo de la Huelga General con la que los trabajadores organizados enfrentaron el golpe de estado.
Ese día amaneció como hoy, frío y nublado. Papá ya no estaba en casa. Con los primeros rumores acerca de la disolución del Parlamento marchó a ocupar su lugar en la ocupación de los Talleres Centrales de AMDET, la empresa municipal de transportes de pasajeros. Ocuparla para impedir que funcionara con normalidad y de esa manera colaborar con la paralización de la ciudad en respuesta al golpe de estado.
Como él, marcharon miles de mujeres y hombres a sus lugares de trabajo dispuestos a aislar a la dictadura y vaciarla de apoyo popular. El país entero quedó paralizado.
La Huelga General de respuesta a la dictadura no fue espontánea sino fruto de decisiones previas de la central de trabajadores: enfrentar cualquier atentado a la democracia con la paralización del país. En la dictadura en Brasil, instalada en 1964 comenzaron a surgir voces amenzando invadir a Uruguay para sofocar la "creciente insurgencia izquierdista". Es ante esos rumores que se toma la decisión de enfrentar cualquier intento de terminar con el estado de derecho con la paralización del país.
La Huelga General duró 15 días. En ellos pasó de todo, las fuerzas armadas desalojaban fábricas y oficinas que a poco volvían a ser ocupadas, encarcelamientos masivos y asesinatos. Como el de Walter Medina, de 16 años, de un disparo en la espalda mientras escribía en una pared "Consulta popular". En casa y el barrio fue un golpe duro, Walter era hijo del canillita que nos traía el diario...
Alguno de esos días fui en bicicleta a llevar comida a papá y sus compañeros. Me acuerdo claramente de la ciudad vacía. También del clima alegre y combativo dentro de los talleres, gigantesca planta de una manzana entera, con barricadas detrás de los gigantescos portones. No pude mirar mucho, Papá quiso que volviera a casa, esperaban que en cualquier momento llegaran las fuerzas armadas para desalojarlos y no quería que yo quedara adentro...
Si bien la Huelga se levantó, sus coletazos siguieron a Papá -y en consecuencia a la familia- durante mucho tiempo. En primera instancia con un sumario en el trabajo que duró 16 meses, sin cobrar salario. Lo encaró tomando trabajos esporádicos de mecánica industrial. Que muchas veces no cubrían nuestras necesidades... Me acuerdo de mamá acostada mirando el techo mientras pensaba cómo iba a darnos de comer al día siguiente... Claro que hubo solidaridad desde muchos lados y por eso sobrevivimos. Luego del sumario lo cambiaron de trabajo como castigo, en el que se mantuvo hasta el surgimiento de la cooperativa de trolebuses en octubre de 1975.
Pero allí también seguía castigando la dictadura, no solo a él, también a mi, que había ingresado por concurso meses después. Un día, a fines de 1976 un directivo me comentó que habían recibido del Estado Mayor Conjunto de las fuerzas armadas una lista negra de más de cien integrantes de la cooperativa que no podrían acceder a ningún cargo de dirección ni ascensos. Yo también estaba en dicha lista negra. Me preguntó: "Qué habrás hecho para estar ahi!". A mis 18 años no había hecho ningún mérito...
Así, tuve que trabajar en un cargo sin la remuneración correspondiente durante años, hasta la llegada de la democracia, en 1984.
Tomen estos renglones como homenaje a los miles y miles que fueron fieles a su conciencia y salieron a defender la democracia, en las fábricas, las oficinas y los hogares.
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