lunes, 10 de junio de 2013

Buenos Aires en tiempos de la tía Ganga* (texto en azul de Les Luthiers más abajo)

























Va de yapa:


*Cartas de color (Les Luthiers)

Marcos Mundstock:

Yo nací en el África, por eso mi piel es negra. Mi nombre es Oblongo, que en dialecto Swahili quiere decir “más largo que ancho”. Conozco cada árbol de esta selva, cada sendero de mi aldea, cada historia de su gente… Cada historia… Soy capaz de diferenciar las huellas de un elefante gris de Nigeria con tres hombres sobre su lomo, de las huellas de un pelícano. Puedo reconocer a cualquier pájaro por su forma de volar, por más rápido que sea su vuelo yo lo sigo con la mirada y, sin vacilar, lo nombro: ¡pájaro! Yo llamo Orumba a la hiena, llamo al mosquito Jejene… pero mejor no lo llamo porque en una de esas viene.

¿Dónde estará ahora mi sobrino, Yoghurtu Nghé, que tuvo que huir precipitadamente de la aldea por culpa de la escasez de rinocerontes? Yoghurtu Nghé era el joven más apuesto y más hermoso de la tribu, su piel era tan oscura que en la aldea le decían “el negro”. Su voz, su voz tenía la sonoridad del rugido del león, la calidez del ronquido de la pantera, la grave aspereza del bramar del bisonte; cantando ¡era un animal! ¿Dónde estará ahora mi sobrino, Yoghurtu Nghé, que tuvo que huir precipitadamente de la aldea por culpa de la escasez de rinocerontes? Tal vez Yoghurtu heredó el ominoso destino de su abuelo, el célebre curandero Obtuso Nghé… célebre curandero de quien yo aprendí las artes de la hechicería y al que acudían mujeres de toda el África para que las embelleciera agrandándoles el cráneo; Obtuso les hablaba… les hablaba… les hablaba… ¡así les quedaba la cabeza! Tal vez Yoghurtu heredó el turbulento destino de su tía, mi hermana, Ganga Nghé… ¡Qué hermosa era Ganga! Cuando ella bailaba la danza de las cosechas, aullaban los negros… Muchos amaron a Ganga. En los caobos que hay a la orilla del arroyo aún pueden verse los corazones grabados y sus inscripciones: “Ganga y Kalubu”, “Ganga y Mengué”, “Ganga y Sir Archibald Bradley”… “Ganga y la tribu Obembe”… y bueno, eran pigmeos… Todavía hoy, cada vez que una hermosa doncella enamora a todos los varones de la tribu, los ancianos sabios sentencian: “Es una verdadera Ganga…” ¿Dónde estará ahora mi sobrino Yoghurtu Nghé, que tuvo que huir precipitadamente de la aldea por culpa de la escasez de rinocerontes?

Si pudiera encontrarlo… Si de algo me sirviera la infalible agudeza de mis sentidos… como aquella noche, lo recuerdo perfectamente: Yo me encontraba a cien pasos de la choza del jefe Afobutu. En medio de la oscuridad de la noche mis ojos distinguieron una forma humana entrando furtivamente en la choza del jefe… ¡Eso es vista! Comencé a acercarme… mis oídos percibieron el cuchicheo de dos voces, y jadeos… jadeos casi imperceptibles que provenían de la choza del jefe. ¡Eso es oído! Recordé que el jefe Afobutu se había ido de cacería por una semana dejando sola a su mujer en la choza… y sospeché algo raro. ¡Eso es… olfato! Llegué hasta la puerta misma de la choza. En la oscuridad palpé un escudo de guerrero y una lanza apoyados contra el muro y mis dedos… reconocieron que ese escudo y esa lanza, ¡no eran del jefe Afobutu! Eran de mi sobrino Yoghurtu Nghé… Entonces me alejé, tratando de no incomodarlos… ¡eso es tacto! ¿Dónde estará ahora mi sobrino Yoghurtu Nghé, que tuvo que huir precipitadamente de la aldea cuando el jefe Afobutu volvió de su cacería dos días antes de lo previsto, por culpa de la escasez de rinocerontes?

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