jueves, 6 de junio de 2013

El abuelo Manolo en el Mundial del ´50.




Uruguay ganó el Campeonato Mundial de 1950 en Brasil. El triunfo contra el dueño de casa en Maracaná se transformó en una epopeya homérica en el imaginario uruguayo. En mi opinión transformándose en un lastre para el desarrollo de una sociedad sana, no anclada al pasado. Fue la excusa perfecta para calzar los dedos debajo del chaleco y mirar a los demás desde arriba: “Como el Uruguay no hay”. Se sumaba así a “la tacita de plata”, “la Suiza de América” y otros slogans de un país con complejo de enano. Equiparando además a los jugadores, sin que ellos lo hubieran pedido ni soñado jamás a los guerreros de Leónidas, el de las Termópilas.  



No pesó demasiado que sólo concurrieran 13 equipos al mundial de la posguerra, ni que ganáramos un solo partido y empatáramos otro para llegar a la final.  



El abuelo Manolo estuvo allí y fue testigo presencial de otro hecho que marcó a los jugadores: en la fiesta oficial posterior al cierre sólo concurrieron los remilgados dirigentes de la AUF a brindar con champagne, mientras quienes habían hecho posible el Maracanazo vagaban por boliches de barrio de Rio de Janeiro, mezclándose sin problemas con sus tristes parroquianos… 





No hay comentarios: